En la empresa, como en la vida, constantemente surgen circunstancias no esperadas, contratiempos, y adversidades que deben servir para sacar a la luz las mejores herramientas, que impulsen a la acción, que provoquen el desarrollo del talento, que provoquen a actuar de manera proactiva, que resulten en un auténtico apoyo entre las personas y sus equipos de trabajo y que inviten a despertar nuevas pasiones. Y en todo esto el buen líder, responsable y comprometido es pieza clave y determinante.
De entre todas las disposiciones de aquellos que forman equipos de trabajo, la actitud es quizá las más fundamental, y ésta, en el líder, supone que asuma la capacidad de afrontar, desde su compromiso, las circunstancias que se presenten sorpresivamente y tenga en cuenta que empleados valiosos a nivel productivo se derrumben ante una situación que no controlen. Este es el momento en el que su liderazgo se pone a prueba.
Cuando un empleado, una empresa, o incluso el ecosistema en el que convive se ve afectado por una crisis o se ve envuelto en circunstancias difíciles, llega la tensión y con ella el mal humor, el conflicto, la desmotivación y, lo que es peor, el desapego que genera un efecto negativo hacia la falta de compromiso. Esto me hace pensar lo importante que es desde un liderazgo útil y eficaz poner el foco en facilitar la gestión del cambio ante las adversidades e impulsar los procesos que faciliten a sus empleados dar sentido claro a su misión en la organización. Es fundamental ofrecerles herramientas que les ayuden a asumir obstáculos y que les impulsen a afrontarlos como su reto personal, que acaben incidiendo en el crecimiento, eliminando las creencias limitantes y ampliando nuevos horizontes.
Los momentos de crisis generan incertidumbre, dudas, bloqueos, e incluso dolor emocional y esto puede suponer que las personas que llevan tiempo implicados en proyectos de la compañía caigan en la rutina tóxica, en la falta de ilusión y se cierren a la posibilidad de emprender de manera creativa, lo que aumenta el riesgo de caer en la frustración por no conseguir un objetivo concreto después de dedicarle tiempo y energía.
El líder eficaz y comprometido sabe gestionar situaciones de este tipo y nutrir de elementos que ofrezcan motivación, ilusión e impulso para el logro de metas establecidas y compartidas, y tanto su implicación en la organización como su apoyo a las personas es determinante. Cuanto mayor sea esta implicación, mayor será el compromiso de los empleados. Las personas, cada vez más, priorizan buscar empresas y líderes que ofrezcan este apoyo, sepan escuchar y compartir y busquen de manera autentica el bienestar de sus empleados.
Considerar esta prioridad es fundamental para toda empresa que quiera contar con la fidelidad, compromiso, apego y voluntad de sus trabajadores de afrontar nuevos retos. Por eso es importante mantener viva la motivación, despertar capacidades dormidas, empoderar el talento, transmitir confianza y fomentar la creatividad.
De la misma forma que la labor de un buen líder es mostrar su interés de comunicar de manera eficaz a través de la motivación y el ejemplo, la preocupación de la empresa hacia sus empleados y su bienestar debe pasar por fomentar su desarrollo, su formación, su implicación real y eficaz en los proyectos en los que al fin y al cabo se ve afectado el éxito o el fracaso de la organización en su conjunto.
Equipos que se ven cuidados, escuchados, atendidos y motivados por líderes comprometidos, son equipos más leales, cohesionados, ilusionados y por tanto exitosos.