Estos días tan difíciles para los españoles y para la humanidad quiero volver a reflexionar sobre la música y el silencio.
Digo «volver» porque en mi libro Lo que aprendí del dolor, que gracias a los lectores sigue vivo y va por la quinta edición, hay un capítulo en el que hablo de la gran importancia que tiene justamente eso «el silencio».
Ahora, en estos tiempos de emergencia nacional, veo que una de las cosas que más nos unen es la música. A través de ella y a través de nuestros balcones y redes sociales, conectamos con desconocidos y con sus emociones, conectamos con aquellas personas que en nuestro día a día a veces discutimos en la cola del mercado o nos enfadamos desde el coche por no respetar una prioridad al ir desprendidos de nuestro lado más humano y compasivo.
Llegan momentos de crisis, adversidad y sufrimiento y con la música en las calles, nos sonreímos, nos animamos entre vecinos, lanzamos mensajes de ánimo a los sanitarios y fuerzas de orden público, nos enviamos canciones con los amigos, y a todos ellos les llegan, empatizamos y reconectamos.
Pero acompañando a esa música llega la nota más importante de todas las que conforman la partitura: «el silencio«. El silencio es esa nota que no debemos adelantar ni retrasar si no queremos que la melodía se vea afectada, pues ese silencio que conforma nuestra melodía es el espacio donde poder reconstruirnos; donde hacer ausente nuestro ego, donde profundizar en nuestras reflexiones, donde encontrarnos con los beneficios de la meditación y del auto-conocimiento, y ese silencio es mágico para salir reforzados y que la música crezca en su sentido, un espacio donde «encontraremos nuestra voz interior, que siempre está allí y a la que debemos escuchar tan a menudo como nos sea posible. Esa voz interior es nuestra intuición, tan poderosa, y que a veces dejamos de lado para seguir el camino más racional». «En esa comunicación es prioritario pulir lo que nos transmitimos a nosotros mismos y también a quienes nos rodean, pues el poder de la palabra, aunque suele desestimarse es mayor que la fuerza» («Lo que Aprendí del Dolor«)
Utilicemos estos momentos, los unos y los otros para salir reforzados y para crecer en ilusión, motivación y convicción de que tenemos al alcance grandes propósitos y objetivos ahora y en los tiempos por llegar.
Muchas gracias