Un día vi en un programa de la televisión una entrevista de un chico sirio , había escapado de un largo y duro secuestro de 4 meses y 13 días, y emprendido un complicado viaje hacia su libertad, hasta llegar a España. Su fortaleza, su serenidad y su valentía me animó a buscarle e hizo que conocerle se convirtiera una gran ilusión para mi. Hoy ha sido el día, nos hemos visto y hemos estado unas horas juntos, compartiendo, en lo que deseo que sea el principio de una buena amistad.
Un día cualquiera, de camino desde su ciudad a Alepo a hacer un examen Abdul fue apresado por el estado islámico y conducido a un encierro junto con otros compañeros. Pasó de los estudios al epicentro de la guerra en tan solo unas horas y su vida cambió para siempre. Apresado convivió con la tortura, la crueldad y el lado más oscuro del ser humano, pero algo le hizo salir y escapar de aquello. Sus ojos hablan y él cuenta que su familia, a la que está profundamente unido y de la que no sabía nada, sus compañeros de cárcel a los que llama con fuerte convicción «hermanos de sangre» , «contigo vivo o contigo muero pero todos juntos» y su fortaleza, le ayudaron a cargarse de un valor impropio de un niño de su edad y escapar de su presidio jugándose la vida. Sin entrar en detalles inimaginablemente duros que ha compartido y que respeto con mi silencio, me quedo con su gran viaje, su gran camino (como él lo llama), a la esperanza.
Con esos 14 años, despojado de inocencia, y lleno de ganas de vivir escapó y emprendió un viaje, un largo viaje. Su primer destino fue Turquía, donde logró encontrarse con sus padres y una vez allí decidió emprender este largo camino para llegar a España y poder reunirse con su hermano quien ya estaba aquí establecido. En Turquía subió a una patera con capacidad para 10 personas pero con 45 seres humanos a bordo, a los mandos de la lancha otro refugiado sin conocimiento alguno para navegar una zodiac y a quien la mafia encargaba esa misión bajo el privilegio de no pagar; un duro e incierto trayecto que duró tres horas hasta lograr llegar a Grecia. Desde Grecia un camino de más de 5.000 kilómetros a través de Macedonia, Serbia, Hungría, Alemania… y finalmente España donde por fin consiguió reunirse con su hermano mayor. Una odisea llena de aventuras que realizó en grupo junto a su hermana, su cuñado, su sobrino de 8 meses y unas cuantas personas mas. Las mafias les perturbaban, el frío, el calor, el mar, el dolor, pero un solo horizonte: llegar aquí y tener un futuro en paz. Viendo las fotos de su gran viaje, uno ve que a pesar de todo hay equipo, hay sonrisas y no puedo evitar comentárselo, a lo que con decisión comenta, «en el grupo hay otras personas, está mi hermana, hay niños y ellos no pueden verte mal, porque el pesimismo, la tristeza y el dolor se contagia con rapidez».
El viaje, su viaje personal, es al nuevo amanecer porque la fuerza de sus valores le han hecho lograr una nueva vida de esperanza. Habla de sus planes de presente y futuro. Habla del inmenso amor que siente por la gente que le ha acompañado en sus años de la infancia, a algunos de ellos no volverá a ver. Habla de aquellos que le acompañan ahora, en su nueva vida, personas que le quieren y se preocupan por él. Habla de sus grandes progresos en todo lo que va labrando. Habla de toda la vida que, ahora si, tiene por delante.
Un privilegio conocerte y un privilegio compartir contigo. Estamos aquí. Todo lo mejor Abdul. Te lo mereces.