Este viaje a un nuevo reto ha sido muy motivador desde el principio. Un verdadero placer poder compartir un reto personal de superación con el gran objetivo de vencer el cáncer infantil. En el camino de apostar por retos de este tipo uno se encuentra con muchos bonitos detalles en el camino.
Quizá el mas conmovedor es el encontrarme con tanta gente que dedica su esfuerzo y entrega, tantas horas de investigación para combatir la leucemia infantil, poniendo encima de la mesa todo el alma, ilusión, esperanza para que se consiga una solución a esta enfermedad lo antes posible.
Como dice el poema de Itaca (que tan cerca está de este lugar) el viaje está en el camino, y este camino ha sido y sigue siendo un muy bonito viaje junto a la Fundación Unoentrecienmil.
Quiero compartir en estas líneas pequeños datos de mi llegada a esta nueva meta, al nuevo cruce a nado de dos continentes y al objetivo de seguir sumando entre todos a esta lucha contra una enfermedad que tanto dolor causa
El espíritu de Kas (precioso pueblo costero en Turquía), donde he pasado estos días antes de trasladarme a Kastelorizo para iniciar la travesía, está lleno de magia y buena gente. El día de la travesía se despertó abierto y, temprano, los 180 nadadores que participamos en esta competición que une dos continentes (Europa – Asia) y dos países (Grecia – Turquía), salimos en ferry rumbo a la impresionante y pequeña isla Griega (Kastelorizo) con no mas de 450 habitantes, para tomar la salida.
En Kastelorizo se dio el disparo inicial de salida para iniciar la travesía. Mi experiencia del pasado año compitiendo en la copa de España de aguas abiertas me permitió gestionar mejor el encontrarme entre tanta gente luchando por coger posiciones.
El agua estaba a 22 grados y la compañía de Ekaitz y su «batman» me hicieron sentir especialmente fuerte.
El archipielago Dodecaneso, en el Egeo Meridional y en aguas griegas es realmente espectacular y el hecho de cruzar de nuevo una frontera intercontinental, tan transitada por refugiados que en muchos casos pierden la vida en estas aguas, me hizo tenerles muy presente.
A lo largo de la travesía fui comprendiendo que ganaba posiciones, y aunque no era mi objetivo en este reto, si despertó con gran ilusión la idea de ganar una medalla para la causa del cáncer infantil, la visibilidad de la necesidad de investigar y mi necesidad de superación de la espondilitis anquilosante.
Y llegó el momento que había visualizado. La clasificación final, sexto en la general, primer europeo y primero en mi categoría.
Gracias a todos los donantes particulares que han colaborado de una forma tan generosa en esta causa. Gracias a los apoyos recibidos por parte de mis patrocinadores The Bernard Sunley Foundation y la Fundación Altamar.
Comparto este sueño con los «batman» que han nadado conmigo y se lo dedico especialmente a Ekaitz.
¡Somos uno entre cien mil!
Más información y prensa: